Cap de la Faiada

Cap de la Faiada

La fuente del pueblo de Montiberri, deshabitado desde hace años, es el punto de inicio de este itinerario, eminentemente forestal, que nos llevará hasta la cima de este gigante calcáreo. Un camino empedrado con paredes de piedra seca arranca hacia la montaña hasta introducirse, poco después, en un bosque donde el tejón o la paloma torcaz son huéspedes frecuentes. Este bosque de pino, producto de repoblaciones realizadas a mediados del siglo XX, se extiende por la partida de los Espigolars.

 

A medida que ganamos altura por la umbría de Montiberri, el sotobosque se vuelve más húmedo y empiezan a aparecer las primeras hayas aisladas. Son árboles robustos, de corteza gris y lisa, que con la llegada de los primeros fríos perderán sus hojas y también sus frutos, los ricos hayucos, un alimento fundamental para muchos de los animales que viven en estas selvas montanas. El corzo es uno de ellos y ha colonizado, con relativa facilidad, estos ambientes boscosos.

 

Una vez cruzado el cortafuegos que acompaña la línea eléctrica a los repetidores de comunicaciones existentes en la cima de la Faiada, y después de numerosas curvas, podremos gozar de unas excelentes vistas desde el mirador de la Feixa Rasa. Poco a poco, el bosque empieza a aclararse mientras las rocas calcáreas afloran formando pequeñas lomas. Estamos en el Prat Llong, un prado alargado con corrales naturales para cerrar los animales antiguamente, pero visibles todavía hoy. Unas antenas metálicas nos sorprenderán al llegar a la cima de la Faiada, pero será en el vértice geodésico, situado en el punto culminante de la montaña, donde encontraremos una mesa de orientación que nos ayudará a interpretar el paisaje que nos rodea.


  • Comparte nuestra web:
  • La fuente del pueblo de Montiberri, deshabitado desde hace años, es el punto de inicio de este itinerario, eminentemente forestal, que nos llevará hasta la cima de este gigante calcáreo. Un camino empedrado con paredes de piedra seca arranca hacia la montaña hasta introducirse, poco después, en un bosque donde el tejón o la paloma torcaz son huéspedes frecuentes. Este bosque de pino, producto de repoblaciones realizadas a mediados del siglo XX, se extiende por la partida de los Espigolars.

     

    A medida que ganamos altura por la umbría de Montiberri, el sotobosque se vuelve más húmedo y empiezan a aparecer las primeras hayas aisladas. Son árboles robustos, de corteza gris y lisa, que con la llegada de los primeros fríos perderán sus hojas y también sus frutos, los ricos hayucos, un alimento fundamental para muchos de los animales que viven en estas selvas montanas. El corzo es uno de ellos y ha colonizado, con relativa facilidad, estos ambientes boscosos.

     

    Una vez cruzado el cortafuegos que acompaña la línea eléctrica a los repetidores de comunicaciones existentes en la cima de la Faiada, y después de numerosas curvas, podremos gozar de unas excelentes vistas desde el mirador de la Feixa Rasa. Poco a poco, el bosque empieza a aclararse mientras las rocas calcáreas afloran formando pequeñas lomas. Estamos en el Prat Llong, un prado alargado con corrales naturales para cerrar los animales antiguamente, pero visibles todavía hoy. Unas antenas metálicas nos sorprenderán al llegar a la cima de la Faiada, pero será en el vértice geodésico, situado en el punto culminante de la montaña, donde encontraremos una mesa de orientación que nos ayudará a interpretar el paisaje que nos rodea.

    Senderismo



    Powered by Sport&Apps