Finestras

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Si buscas un lugar en el que la Naturaleza y la mano del hombre han unido fuerzas para crear algo memorable, el despoblado de Finestras o Finestres en Huesca te va a sorprender. En el ahora deshabitado pueblo de Finestras siguen en pie sus casonas de piedra desperdigadas, formando una pequeña plaza. Con rincones en los que la hierba se cuela entre las piedras igual que el viento entre las casas. El interior de algunas casas sigue guardando tesoros en un paraje en el que la Naturaleza ha creado una de las formas más bellas que encontrarás no solo en Huesca, sino en el resto del país: la llamada Mu
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  • Si buscas un lugar en el que la Naturaleza y la mano del hombre han unido fuerzas para crear algo memorable, el despoblado de Finestras o Finestres en Huesca te va a sorprender.

    En el ahora deshabitado pueblo de Finestras siguen en pie sus casonas de piedra desperdigadas, formando una pequeña plaza. Con rincones en los que la hierba se cuela entre las piedras igual que el viento entre las casas.

    El interior de algunas casas sigue guardando tesoros en un paraje en el que la Naturaleza ha creado una de las formas más bellas que encontrarás no solo en Huesca, sino en el resto del país: la llamada Muralla de Finestras o Roques de la Vila.

     

    La muralla rocosa es una maravilla geológica del periodo Cretácico, formada por roca caliza. Las capas, que surgieron a partir de un efecto tectónico, se han ido erosionando con el paso de miles de años.

    El resultado: dos paredes de piedra verticales y paralelas, inolvidables para todo el que las contempla. Y en medio de ellas, las ruinas del castillo medieval y la ermita de San Vicente.

    Un capricho de la Naturaleza que nos recuerda que nadie como ella para crear lugares de esta complejidad y belleza. Y nadie como los humanos para afrontar el reto que supone construir en medio de ellos.

     

    Para admirar como se merece la muralla, puedes subir hasta el mirador de la ermita de San Marcos, una iglesia que se mantiene en buen estado y abierta al público. Sentarte en el banco que descansa en una de sus paredes te ofrecerá unas vistas inolvidables.

    Desde allí tendrás una panorámica única del lugar: podrás ver la muralla, la ermita de San Vicente y el pantano de Canelles, que es otro de los protagonistas.

    ¿Un consejo? Tómate tu tiempo para empaparte de la belleza que te rodea, respira aire puro y siente la conexión con el lugar.

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