Montearagón

Montearagón

El castillo-abadía de Montearagón está situado muy cerca de Quincena, a 5 Km. de Huesca en un enclave privilegiado por su posición estratégica. Fue construido en 1086 por Sancho Ramírez para la conquista de Huesca, por entonces ciudad musulmana. Pero la mayor parte del edificio que hoy vemos es posterior. El conjunto arquitectónico de grandes dimensiones está compuesto por viviendas militares, una iglesia y un monasterio, al cual fueron trasladados los monjes de la regla de san Agustín desde las iglesias de san Salvador y de San Pedro de Loarre. Este castillo pasó
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  • El castillo-abadía de Montearagón está situado muy cerca de Quincena, a 5 Km. de Huesca en un enclave privilegiado por su posición estratégica. Fue construido en 1086 por Sancho Ramírez para la conquista de Huesca, por entonces ciudad musulmana. Pero la mayor parte del edificio que hoy vemos es posterior.

    El conjunto arquitectónico de grandes dimensiones está compuesto por viviendas militares, una iglesia y un monasterio, al cual fueron trasladados los monjes de la regla de san Agustín desde las iglesias de san Salvador y de San Pedro de Loarre. Este castillo pasó a convertirse en una importante abadía en el siglo XII operando bajo el nombre de Abadía de Jesús de Nazaret de Montearagón. Fue tan determinante el poder de esta abadía durante la edad media que llegó a tener bajo su jurisdicción cerca de 104 iglesias con sus villas en la Hoya de Huesca.

     

    El perímetro amurallado tiene planta hexagonal, irregular, con la iglesia adosada y formando parte del recinto. Contaba con diez torres en origen. Destacamos la torre albarrana en el muro sur, la torre del homenaje en el interior, la iglesia románica y la cripta restauradas que fueron panteón real.

     

    Actualmente el castillo-abadía está en proceso de consolidación y restauración. Está previsto que las obras finalicen en la primavera del 2022 con el acondicionamiento del interior para garantizar la seguridad de los visitantes en su futura reapertura al público.

     

    Texto Julia Marín Bailly-Bailliere

    Fotos Pablo Schnell Quiertant

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